Épico. Así fue el relato que construimos entre más de 200 participantes de al menos una docena de nacionalidades. Una aventura heroica para la construcción de un saber, en base a piezas claves, dispersas en el Internet, las que sólo se pueden unir con la inteligencia que suman muchos actores interesados en el mismo fin.
Estimulante. La fuerza de las masas cumple aquí un papel vital. Tanta gente concentrada tras el mismo fin y enlazada en una red de aprendizaje es como una ola, como la corriente de un furioso río donde fluyen voluntades, ansiosas por abrirse paso en un curso nuevo.
Eficiente. Aprendí mucho. Pero más que eso, aprendí muy rápido. Y aprendí a imaginar al MOOC como una red que se va armando, primero informe, hecha de minúsculos nodos que apenas se conectan unos con otros. Cada necesidad estimula la formación de un enlace nuevo, los enlaces se refuerzan, se estrechan y distienden en torno a los intereses que se van planteando. Algunos nodos comienzan a destacar, se hacen más grandes, surgen las alianzas de héroes y se hacen orgánicos. Son los primeros órganos de lo que estamos construyendo: un ser de inteligencia viva, un embrión de conocimiento.
Vivo. Y el embrión crece hasta el final del MOOC. Entonces nace esta especie de ser hecho de pensamientos y que habita el territorio extendido. A lo largo de su vida, estimulando y siendo estimulado por héroes de mañana, crecerá, se transformará y morirá diluido en los fundamentos de conocimientos futuros que aún no vislumbramos.
¿Qué otros secretos se esconden en la inteligencia colectiva?
No hay comentarios:
Publicar un comentario